La Salud Mental debe ocupar un lugar estratégico en la recuperación

Así se puso de manifiesto en la VII Jornada sobre Seguridad y Gestión del Riesgo en la Salud Mental, organizada por Hermanas Hospitalarias Navarra con el patrocinio de Janssen y la colaboración de la Fundación Navarra para la Excelencia, que contó con la participación de relevantes representantes del sector sociosanitario y que abordó el tema «Así está afectando la pandemia del Covid-19 a la sociedad».

Hace ya más de año y medio, el Gobierno de España decretó el estado de alarma debido a la pandemia del Covid-19. Desde entonces, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se ha constatado un importante repunte en los niveles de ansiedad y estrés. Varias encuestas muestran que alrededor de un tercio de las personas adultas reporta niveles de angustia. Y entre la población más joven, esa cifra es todavía mayor, alcanzando a una de cada dos. Representantes del sector sociosanitario desgranaron las claves de la Salud Mental en la era del Covid-19. Lo hicieron en el marco de un encuentro organizado por Hermanas Hospitalarias Navarra: la VII Jornada sobre Seguridad y Gestión del Riesgo en la Salud Mental. Bajo el título ‘Así está afectando la pandemia del Covid-19 a la sociedad’, el evento contó con el patrocinio de Janssen y la colaboración de la Fundación Navarra para la Excelencia.

En la Comunidad foral, la Red de Salud Mental de Navarra ha vivido un aumento del número del número de personas atendidas respecto a años anteriores. Solo en los tres primeros meses de 2021, ya había registrado 1.049 más que en el mismo periodo de 2019, según apuntó el gerente de Salud Mental, Iñaki Arrizabalaga, en una comisión parlamentaria celebrada el pasado martes. Los grupos poblacionales más afectados han sido los jóvenes, las mujeres y las personas con discapacidad. Y, en especial, las personas con discapacidad psicosocial. En ese sentido, un estudio de Fundación ONCE reveló que el 50 % de las personas con discapacidad ha visto empeorar su estado de ánimo. Además, un 34 % consumió ansiolíticos y/o antidepresivos durante el confinamiento. En el caso de las personas con discapacidad psicosocial, la cifra se eleva al 62,4 %.

Tras poner de manifiesto todos estos datos, la directora gerente de Hermanas Hospitalarias Navarra, Miryam Zabalza Goñi, incidió en la conclusión a la que ha llegado la organización: “Ahora más que nunca, hay que erradicar el estigma de las enfermedades mentales. La pandemia ha demostrado que todos y todas somos vulnerables a ellas”. De ahí que “la Salud Mental deba ocupar un lugar estratégico en la recuperación”. “Difícilmente podremos dar nuestra mejor versión como sociedad ante los mayúsculos retos que afrontamos si no nos encontramos en óptimas condiciones interiormente”, concluyó.

Además, dedicó parte de sus palabras a reflejar cómo la pandemia ha afectado al sector sociosanitario. “Nos hemos tenido que reinventar, innovar y adaptarnos día a día para poder seguir cumpliendo nuestra misión”, explicó. Su intervención estuvo marcada por las palabras de reconocimiento hacia los y las profesionales de estos centros: “Han afrontado la pandemia con gran profesionalidad y humanidad”.

Por su parte, Carlos Artundo Purroy, director general de Salud en el Gobierno de Navarra, se mostró partidario de evaluar el impacto de la pandemia en la población general y también en las personas más vulnerables. Él fue, precisamente, uno de los encargados de abrir la jornada. “No tenemos bien medido ese dato. Hay que replantear los recursos para dar una respuesta a la necesidad actual que hay hoy en Navarra dentro del ámbito de la Salud Mental”, reflexionó.

A continuación, Javier Royo Moya, psiquiatra infantil y adolescente, aseguró que toda la sociedad ha padecido las consecuencias de la pandemia, pero matizó que “ha afectado más a niños y adolescentes”. Y, en este sentido, se mostró partidario de que se priorice a este colectivo a la hora de la atención. Así, destacó que las familias más desfavorecidas fueron las que más están experimentando un aumento del estrés. Royo evidenció que los niños poseen una sensibilidad especial y que dicha peculiaridad muchas veces se traduce en un sentimiento de culpabilidad cuando algo les afecta. Además, en esa línea, profundizó en el señalamiento que han sufrido en algunas ocasiones durante estos meses. “Los mensajes que llegaron a través de algunos medios fueron determinantes. Porque se insistió en que los niños eran los transmisores de la enfermedad, en que no tenían síntomas pero la transmitían”, lamentó.

“¿Qué tal has pasado todo este tiempo?”. Alfonso Echávarri Gorricho, psicólogo y director técnico de la Asociación Internacional del Teléfono de la Esperanza, lanzó esta pregunta al público durante su ponencia. Y, acto seguido, apostilló que la respuesta depende de muchos factores. Entre ellos, el temperamento, las vivencias de la infancia, la estructura familiar, la influencia social o la salud del individuo en cuestión, por citar algunos ejemplos.
La sociedad se enfrenta ahora a una situación de fatiga pandémica. En el Teléfono de la Esperanza lo han visto reflejado en el índice de solicitantes de atención.“En el mismo rango, de enero al 21 octubre, ha habido un aumento del 28 % este año con respecto al anterior”, comentó. Por eso, alertó del peligro de etiquetar a una persona que ha vivido esta situación: “No podemos tratar a todas las personas de igual manera y esto implica trabajar con equipos multidisciplinares”.

La tercera ponencia corrió a cargo de Manuel Martín Carrasco, director técnico de Hermanas Hospitalarias en Navarra y País Vasco, quién abordó especialmente el impacto del Covid-19 en la Salud Mental de las personas mayores. “Han sido las más afectadas en cuanto a enfermedad y mortalidad por el virus, pero no tanto en lo que se refiere a la Salud Mental”, diferenció. Y, para visualizar esa particularidad, señaló que esta pandemia, además de los aspectos comunes a otras, ha conllevado una crisis económica. “Las personas mayores tienen una situación más estable en ese sentido. También necesitan un menor contacto social. Es decir, menos referencia del grupo”. Se trata de algunos elementos protectores, que han protegido su Salud Mental en mayor medida. “Con lo cual, los factores que han incidido en las personas mayores han sido dos: convertirse en el colectivo amenazado y la soledad”, enumeró.

Aitziber Yárnoz Lusarreta, coordinadora de la Asociación Navarra para la Salud Mental (ANASAPS), puso el foco en las personas con trastorno mental grave. Y coincidió con Echavarri en la necesidad de eliminar las etiquetas. “En esta situación, las personas se han visto más afectadas por los factores medioambientales que por sus síntomas”, aseguró. También incidió en que las personas que se encontraban en residencias tuvieron que vivir “un gran aislamiento” debido a las restricciones. En parte porque, cuando comenzó la desescalada, continuaron afectadas por medidas más severas que el resto. A este respecto, lanzó una reflexión al aire: “Quizás
hemos caído en el paternalismo al pensar que las personas usuarias no iban a ser capaces de mantener las medidas de seguridad”.

La directora gerente de la Agencia Navarra para la Autonomía y Desarrollo de las Personas, Inés Francés Román, recogió el guante para señalar que la excepcionalidad de la situación inevitablemente obligó a “asumir ciertos riesgos”. Al mismo tiempo, puso en valor que Navarra fue una de las primeras comunidades autónomas en solicitar que los familiares pudieran acompañar a sus seres queridos en sus últimas horas de vida. “Si vienen otras pandemias, tendremos que analizar dónde poner el equilibrio entre la seguridad y los derechos. Es algo que tenemos que reflexionar”, remató a modo de cierre.

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